Una persona es hábil social cuando en el contexto de las personas con las que se relaciona, es capaz de expresarse a todos los niveles, dice lo que quiere, lo que siente, lo que piensa, respetando a los demás, haciendo que sus objetivos y los de los otros sean compatibles y las consecuencias de su conducta son buenas para la relación. Cuidan todos los aspectos de la comunicación tanto los verbales como los no verbales, sonrisas, gestos, expresiones de la cara y del cuerpo, posturas que faciliten la comunicación, la apariencia, el tono de voz, el lenguaje.
Iniciar conversaciones, escuchar, hacer una crítica o recibirla, ponerme en el lugar de otro o ser asertivo son habilidades sociales que se aprenden y entrenan para una comunicación adecuada en cualquier ámbito, familiar, de pareja, de trabajo o social. Cuando son deficitarias ocasionan rechazo de la persona que no las posee con su consiguiente deterioro. Si se dispone de ellas el hecho de mejorarlas o conocerlas para optimizarlas también es objeto de ayuda profesional.